¿Esfuerzo saludable o perfeccionismo tóxico?

Una de las creencias irracionales de Albert Ellis dice que “Invariablemente existe una solución precisa, correcta y perfecta para los problemas humanos, y que si esta solución perfecta no se encuentra sobreviene la catástrofe”.

Y nos topamos así con el perfeccionismo o esa “combinación de estándares personales excesivamente altos y autoevaluaciones críticas”.

El reto es poder caminar por esa delgada línea que delimita el esfuerzo por alcanzar la excelencia con una necesidad de perfección tóxica, que puede ponernos fácilmente en aprietos. Y es que cuando nos presionamos excesivamente, le estamos diciendo a nuestro cerebro que las demandas superan nuestros recursos; nuestro cerebro interpreta esto como un peligro o amenaza, y acabamos sumergidas/os en un estrés colosal.

Mucha atención con estas señales de problemas que aparecen cuando hay perfeccionismo:

  • Dificultad para completar las tareas a tiempo (por querer asegurarse de que el trabajo está perfecto).
  • Tendencia a ver los errores como prueba de ineptitud, más que como una oportunidad de aprendizaje.
  • Falta de voluntad para correr riesgos (por miedo al fracaso).

 

¿Qué puedes hacer para reducir el perfeccionismo?

  1. Cuida tus pensamientos: cuando notes que estás usando un lenguaje polarizado y extremo (pensamiento dicotómico)y estés en modo “blanco o negro”, “todo o nada”, «siempre o nunca», «éxito o fracaso», «bueno o malo»… Recuerda que hay colores grises o intermedios, y lo único que “nunca” existe es la perfección.
  2. Celebra tus logros: concéntrate más en las pequeñas o grandes victorias que vas alcanzando. ¿Sueles frenar y tomarte un momento para reconocer tu progreso? o, ¿siempre estás persiguiendo “lo siguiente”?
  3. Enfócate en actuar: no caigas en la procrastinación, acoge y atraviesa la incomodidad y hazlo independientemente de cómo te sientas. El mantra que a nosotras más nos ayuda es: «Bueno es suficiente».

Y tú,
¿Cómo llevas lo de ser “perfecto/a”?

PD: Nos inspiramos para el título en la frase de la escritora Brené Brown: “El esfuerzo saludable se centra en uno mismo: ¿Cómo puedo mejorar? El perfeccionismo se centra en los demás: ¿Qué pensarán? «

¿Esfuerzo saludable o perfeccionismo tóxico?